Reír, llorar, comer hasta reventar.
Hacer las cosas porqué sí. O porqué no. O sin un porqué, simplemente hacerlas;
que les den a las preguntas, y más si no preguntan por un beso. En tus labios.
O en los de cualquier otro, total. Las sábanas ya no huelen a ti, así que las
voy a romper. Ya no me sirven si no me arropan como tú lo hacías. Si no nos
cubren a los dos. Porqué tres son multitud, dicen, y uno solo para una cama tan
grande es desaprovechar el espacio. Y el tiempo. Parece que se ha parado, que
todo pasa más lentamente des de que no pasa a tu lado. Supongo que los días se hacen
largos porqué todo lo que los hacía cortos ha desaparecido. O quizás
simplemente soy yo, que me he sumido en una oscuridad semitransparente que me
afecta más de lo que debería. ¿Y qué pasa si no sé cómo salir de ella? ¿Qué
pasa si, aunque lo intente, no consigo que todo vuelva a la normalidad? Dolió tanto
que parecía que ni siquiera podía sentir. Que ni siquiera puedo volver a sentir
como lo hice.
He empezado a beber café cada
mañana para despertarme; ahora ya no lo haces tú. Ya no lo hacen mis ganas de
verte. ¿No es muy triste? Alguien que un día pudo ser tu luz, en unas pocas
horas puede llegar a ser tu oscuridad. Y supongo que, de una forma u otra, la
oscuridad siempre vence.