Dentro de nada, de pocos
minutos, hará un año. Volveremos a ese día y todos tendremos un año más; todos
excepto ella. ¿Por qué tenía ella que irse? Nunca es fácil saber que alguien
marcha para siempre, pero no empieza a doler de verdad hasta que empiezas a
echarla de menos. En ese momento lloras y ruegas al cielo que nada haya
ocurrido de verdad, pero no te lo acabas de creer, y por ese simple hecho estas
mejor. Pero a la que pasa un tiempo y llega la Navidad ves ese sitio vacío en
la mesa, y el ambiente decaído del resto de la familia. A la que llegan las
tardes de tiempo muerto y piensas en dónde estarías un año antes; simplemente
cuando hay acontecimientos donde ves que falta alguien. En esos momentos
recuerdas ese día y piensas “enserio sucedió, y ahora la echo más de menos que
nunca”. Miras hacia atrás y la ves a tu lado mirando la tele, o yéndote a
buscar al cole; contándote historias, o simplemente guardando secretos. Saltas
hacia atrás y la agarras de la mano, dispuesta a no dejarla marchar nunca. Y
ahora, un año después, lloras en la cama y ruegas a dios que te la devuelva.
Sabes que eso es imposible, por lo que te duermes, y sueñas con ella. Al menos
sigue visitándote en el lugar donde todo es posible; le das un abrazo, le dices
“te quiero”, y la esperas para la noche de mañana.
En unos
minutos hace un año que se fue, y sé que seguiré echándola de menos por el
resto de mi vida. Todos aquellos que tenéis a alguien que os vigila en el
cielo, sabed que aunque las personas se vayan nuca nos dejan solos, y que puede
que no nos vayan a ayudar en los exámenes, pero nosotros sabemos que siempre
nos van a proteger, que es lo que más cuenta. Tan solo cerrad los ojos, y por
un momento esas personas volverán a estar a vuestro lado; decidles que las
queréis, y sabed que ellas os quieren también.
Abuela, se me
hace realmente difícil terminar de aceptar que ya no estás; pero aunque no te
vea no voy a olvidarte nunca, lo prometo. Te quiero.