viernes, 23 de mayo de 2014

Nada

Reír, llorar, comer hasta reventar. Hacer las cosas porqué sí. O porqué no. O sin un porqué, simplemente hacerlas; que les den a las preguntas, y más si no preguntan por un beso. En tus labios. O en los de cualquier otro, total. Las sábanas ya no huelen a ti, así que las voy a romper. Ya no me sirven si no me arropan como tú lo hacías. Si no nos cubren a los dos. Porqué tres son multitud, dicen, y uno solo para una cama tan grande es desaprovechar el espacio. Y el tiempo. Parece que se ha parado, que todo pasa más lentamente des de que no pasa a tu lado. Supongo que los días se hacen largos porqué todo lo que los hacía cortos ha desaparecido. O quizás simplemente soy yo, que me he sumido en una oscuridad semitransparente que me afecta más de lo que debería. ¿Y qué pasa si no sé cómo salir de ella? ¿Qué pasa si, aunque lo intente, no consigo que todo vuelva a la normalidad? Dolió tanto que parecía que ni siquiera podía sentir. Que ni siquiera puedo volver a sentir como lo hice.

He empezado a beber café cada mañana para despertarme; ahora ya no lo haces tú. Ya no lo hacen mis ganas de verte. ¿No es muy triste? Alguien que un día pudo ser tu luz, en unas pocas horas puede llegar a ser tu oscuridad. Y supongo que, de una forma u otra, la oscuridad siempre vence.