miércoles, 31 de diciembre de 2014






Never mind, I'll find
someone like you






martes, 9 de diciembre de 2014

Actions have consequences

Las acciones tienen consecuencias; lo sé, lo acepto. Nadie puede salir bien parado de algo que hace por impulso, sin ningún tipo de pensamiento previo (literalmente, remarco, ninguno); igualmente, nadie es inmune a lo que luego diga la gente.

Yo no soy así. Lo sé, en mi interior lo tengo claro; haya hecho lo que haya hecho, sé que no es lo que quiero.. y aún así no sé como cambiarlo. No sé cómo evitar ciertas cosas que he hecho, parece que no aprenda. ¿Es normal eso de repetir errores hasta que la última solución existente sea abandonar el país?

Ha llegado el punto en que parece que haya tirado el calendario atrás y que vuelva  a tener doce años. Vuelvo a sentir que ya nadie me entiende y que no puedo fiarme ni de mi propia sombra, literalmente me da pánico ir a clase, me da pánico la gente y lo que ésta pueda pensar.. Tengo miedo a estar sola. Aunque esté rodeada de gente y sepa que muchos de ellos no van a ir a ninguna parte. 

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Ever after

How could you? How could you do this to her? She loved you, she truly loved you, and you left her completely broken. You were not even sad, just different maybe. You were all like “fuck, now everyone will know”, but you didn’t even worry for her. For what you had done. For what you had lost.
You know? She was willing to forgive all that you had said, all that you hadn’t done; but then she found out. And you couldn’t at least apologize to her. It wouldn’t have changed anything, but maybe she would be different now. She would know that, after all, you weren’t proud of it, you weren’t proud of hurting her. But that’s the worst part, that you didn’t regret it. Maybe she would be able to feel again, to love again and most of all to let people love her again if she knew it wasn’t at all her fault.

However, that’s the risk of betting for what you want, you can always take with you the worst part. And at a certain point, that’s what she did. 

lunes, 20 de octubre de 2014

Ahora lo sé

Hubo un tiempo en que todos los chicos me hacían daño. Fuera como fuera, siempre terminaba todo con alguna mentira. Mis amigas me decían que era mi culpa, que era yo quien los elegía y quien confiaba en ellos, que era yo la que dejaba que me hicieran daño. Me decían que no me valoraba porque dejaba que las cosas pasaran como tenían que pasar, que no los culpaba a ellos de todo lo que ocurría. Como si ellos decidieran si las cosas iban bien o no, ¿verdad? Como si lo decidiera yo.
Llegué a pensar que había algo malo en mí. Llegué a pensar que lo estaba haciendo todo mal, que era la culpable de todo lo que me pasaba. Y hay veces en que simplemente no hay culpables. Las cosas pasan, cambian, quedan, y no siempre hay una razón por ello. Me habrá costado años darme cuenta, pero ahora sé que no era mi culpa. Todo necesitábamos crecer, y yo necesitaba creer en mí misma, y por encima de todo, por mi misma.

La mayoría de veces mis amigas siguen sin entenderme, pero supongo que en cierto modo no me afecta; sé que en muchos aspectos pienso diferente a mucha gente. Y me seguirán y seguiré haciendo daño involuntariamente, pero no me importa, así es la vida, así somos nosotros. Sé que no hay nada mal en mí. 

domingo, 31 de agosto de 2014

Caught

What happens? I thought I was over it. I thought I was over everything. I wasn't supposed to feel what I've felt this last two weeks; rejected by somebody who I used to think that was a friendly face all over the crowded beach and who finally made me fall apart. Nostalgic about the things I never meant to feel, about all the emotions that appeared years ago and exploded in front of me before my last trip. I almost cried over someone I barely know, and I definitely wasn't supposed to do it. What about the summer break? What about keeping all the feelings hidden inside a suitcase between the bed and the floor?
I used to think everyone can control themselves, even when you have controlled yourself for a long, long time. I used to believe in love, in all types of love and now it seems I never can get enough of anything; either I’m looking for more or just trying to avoid everyone who puts an interest in me. I don’t know what I’m feeling, or why I am feeling it. I don’t know who I want and for what, I don’t know if I should do the things that I want taking the risk of being judged – and it will happen, and I will regret it – or just live the way my friends and no-friends think I should.  
I just think I am lost. And I don’t know how to find myself back. 

viernes, 15 de agosto de 2014

Recuperando viejas promesas y reconquistando antiguos amores

Cuando lo volví a ver después de tanto tiempo, supe con certeza que nuestra historia no estaba ni de lejos acabada. Más que nunca me di cuenta de que lo había echado de menos, de que me había privado a mi misma de algo que quería tan solo porque era lo que el resto de gente pensaba que tenía que hacer. No era el tipo de amor que sienten los enamorados el que sentía yo, ni tan solo eran las ganas de mantener una relación; era, simplemente, el hecho de saber que algo nos seguía uniendo después de tres años, y que lo seguiría haciendo siempre. Y lo más probable era que nunca llegáramos a estar juntos; nunca lo habíamos hecho del modo que lo hacen las parejas y seguramente no habría funcionado.. Pero nos tendríamos allí. De una forma u otra, nuestra relación era especial por el simple hecho de no serlo, pero de alguna forma eso la hacía bonita.


Supongo que es cierto eso que dicen que el primer amor no se olvida, por muy mal que vayan o acaben las cosas. Supongo que hay gente con la que no se sabe cómo mantienes un vínculo especial, de alguna forma más allá de la amistad, aunque nunca llegue a consolidarse.  Supongo que todo pasa por alguna razón, aunque nunca lleguemos a descubrirla. Así que sí, ya va siendo hora de recuperar viejas promesas y reconquistar antiguos amores.  


miércoles, 9 de julio de 2014

Porqué eso es lo bonito

Supongo que no fuimos más que eso, una forma de parar el tiempo durante unos minutos, de controlar el descontrol. Una simple ironía que pretendía ser verdad. Y realidad. Algo que nunca fue, que tan solo pasó en algún lugar del espacio pero que ahora se ve demasiado lejano. Supongo que es verdad eso de que uno puede aprender a perder oportunidades y de que a partir de las dos de la mañana no ocurre nada bueno si está planeado. Que los cafés se enfrían más rápido de lo normal si te los quedas mirando y que no dejan de arder nunca si tienes prisa. Que los trenes vienen y van y presencian sin darse cuenta las historias de amor más bonitas que jamás se hayan escrito; porqué ellos no se dan cuenta, pero si te subes a uno y te paras a observar la gente.. lo ves, lo ves en sus ojos. Porqué cuando alguien se enamora se le nota, aunque sea el tío más duro del mundo. O aunque no quiera mostrar sus sentimientos. Así que sí, supongo que no fuimos más que eso, una forma de controlar el descontrol por un instante. Y eso es lo realmente bonito.

viernes, 23 de mayo de 2014

Nada

Reír, llorar, comer hasta reventar. Hacer las cosas porqué sí. O porqué no. O sin un porqué, simplemente hacerlas; que les den a las preguntas, y más si no preguntan por un beso. En tus labios. O en los de cualquier otro, total. Las sábanas ya no huelen a ti, así que las voy a romper. Ya no me sirven si no me arropan como tú lo hacías. Si no nos cubren a los dos. Porqué tres son multitud, dicen, y uno solo para una cama tan grande es desaprovechar el espacio. Y el tiempo. Parece que se ha parado, que todo pasa más lentamente des de que no pasa a tu lado. Supongo que los días se hacen largos porqué todo lo que los hacía cortos ha desaparecido. O quizás simplemente soy yo, que me he sumido en una oscuridad semitransparente que me afecta más de lo que debería. ¿Y qué pasa si no sé cómo salir de ella? ¿Qué pasa si, aunque lo intente, no consigo que todo vuelva a la normalidad? Dolió tanto que parecía que ni siquiera podía sentir. Que ni siquiera puedo volver a sentir como lo hice.

He empezado a beber café cada mañana para despertarme; ahora ya no lo haces tú. Ya no lo hacen mis ganas de verte. ¿No es muy triste? Alguien que un día pudo ser tu luz, en unas pocas horas puede llegar a ser tu oscuridad. Y supongo que, de una forma u otra, la oscuridad siempre vence.



viernes, 2 de mayo de 2014

No.. supongo que no.

Supongamos que te echo de menos... 
¿Volverías? 
Supongamos que...no hay día en que no me acuerde de ti, y cada vez que te pienso tenga que distraerme para poder parar. Supongamos que me atrevo a decirte algo. 
¿Reaccionarías? 
¿Crees que merece la pena empeñar mi orgullo? ¿Empeñar la poesía? 
Supongamos.. que desaparece aquel mes, aquel fin de semana. Supongamos que aquello no acabó conmigo. Supongamos que quiero ir de nuevo a la estación e intentar captar una imagen mientras llega el tren.. y tú con él.
Y ahora... ahora yo supondré que tú aún no me has olvidado, que no has borrado ni una sola fotografía mía, ni un solo mensaje.. ni una sola carta.. que tu intención no era la de alejarme matándome poco a poco. Que aún queda esperanza, que no la hemos desperdiciado toda..
¿Marcarías mi número?
Son las cuatro de la mañana de cualquier día de enero y es tu silencio el único que ahora me despierta al caer la noche. Es tan difícil conciliar el sueño después de habértelo regalado a ti. A veces pienso en llamarte, o escribirte para que me lo devuelvas. Echo tanto de menos a la persona que solía ser antes de conocerte, antes de convertirme en la mitad de todo, de nada. 
Sin ti me sobran la mitad de todos mis cigarrillos, los cinco minutos de más después de apagar el despertador, una cucharada doble de azúcar en el café, media botella de butano al ducharme. Me sobra la mitad de la cama, de la almohada, del sofá. Sin ti las películas las veo enteras y leer antes de cerrar los ojos ha dejado de ser mi estrategia para que me quitaras el libro, y siguiéramos con la poesía debajo de las sábanas. 
Y sin embargo, te fuiste.
Y a mí solo me queda suponer que a ti también te sobran las mismas mitades, que tú también echas de menos mis manos cuando tienes frío, y que Madrid es la mitad de bonito sin nuestros besos en mitad de la Gran Vía. 
Sigo parándome delante de cada tienda de libros viejos, pero ahora sin ti, por si te viera pasar. Sigo notando tu nombre en mi nuca cada vez que me recojo el pelo y sigo notando tus dientes en la cicatriz que me dejaste en la clavícula. 
Ojalá decir que te grabaste en mi piel a fuego fuera solo una metáfora más. 
Ojalá decir que te llevaste mi corazón... no fuese tan real. 
Lo echo de menos, ¿sabes? echo de menos oírlo latir al otro lado de mi pecho. Acunarlo por la noche y leerle a Salinas para que cogiera el sueño. 

Mi amor,  léele  a  Salinas, que solo él sabe describir en verso,  lo mucho que a ti..

también
te
echo
de
menos..


-MÓNICA GAE

miércoles, 23 de abril de 2014

CARTA 2410


Esta es la carta 2410 que escribo, y seguramente la 2410 que voy a acabar lanzando al fuego. ¿Sabes? No sé porqué he estado todo este tiempo escribiéndote. No sé porqué he estado recordando tus ojos, tus labios, tu pelo. No sé siquiera porqué sigo acordándome de tu nombre, amor; lo que sí sé (aunque temo aceptarlo) es por qué lo aprendí una vez. Los días se hacían más cortos y brillantes y la oscuridad de las noches daba menos miedo. La cafeína empezaba a no hacerme efecto si te tenía en mi cama y te podía abrazar, el invierno parecía menos invierno y la primavera no nos abandonaba nunca.
Luego llegó Marzo y todo cambió, tú ya no eras el mismo y no sé bien el porqué, pero te veía mayor y distinto, más lejano, menos como siempre. Recuerdo tu cara impasible, como si tus palabras no significaran para ti lo más mínimo. Susurraste que te ibas, que necesitabas escapar de todo, alejarte si mirar atrás; y esto me implicaba también a mí, yo no formaba parte de este plan de fuga repentino. Aún así supe que yo te seguiría hasta el fin del mundo, aunque fuera solamente en la distancia. Supe que no olvidaría las tardes en la playa ni las pecas de tu cuerpo, supe que seguiría tomando café y corriendo bajo la lluvia, que no dejaría de leer cada tarde y de soñarte cada noche.
Aún así pasaron los días, y las noches; volvió otra vez Marzo y los días seguían tan largos como siempre, era como si cada día que pasabas lejos añadiera segundos al reloj. Te esperé en la estación dónde te vi marchar la última vez; lloré, chillé tu nombre, lo escribí en cada banco que había sido testigo de alguno de nuestros besos. Pero tú jamás apareciste. El cristal parecía menos transparente, el mar se veía menos seguro. Entonces fue cuando empecé a escribir, a redactar largas cartas que luego lanzaba al fuego y observaba consumirse. Igual así me dolía menos, igual así me dolía más. Pero ahora ya, ¿qué más da?




sábado, 19 de abril de 2014

Ah, l'amor.

Segurament no eren l'un per a l'altre; és clar que no, pot ser que ni tan sols hi hagi algú per a cada persona, pot ser que ni tan sols hi hagi algú per a ningú. L'única cosa que sé del cert de la seva història, és que s'estimaven. S'estimaven a la seva manera, cadascú com sabia, improvisant dia a dia; hi havia dies en que no sabien com seguir, llavors eren dies tristos per a ells, no podien deixar de preguntar-se el perquè a ells i els seus ulls es tornaven grisos i perdien tota la seva llum. Altres dies no es trobaven a faltar i ni tan sols sabien el perquè.. ho intentaven i ho intentaven, però res feia efecte; el que encara no havien descobert era que, volent-ho, la il·lusió i la bogeria inicials tornarien. Però després venien finalment els dies en què es veien cara a cara, en què es besaven, s'acariciaven, es feien l'amor.. En aquests dies els "t'estimo" sortien sols, no havien de buscar-los ni perseguir-los, no havien de crear-los.
La veritat és que no sé què se n'haurà fet d'ells després de tants anys, però saps? L'última vegada que la vaig veure, li vaig preguntar com podien seguir junts sabent que no era per sempre, sabent que tenien una data límit en la qual haurien d'escollir entre dos camins i cap dels dos els portava a l'eternitat. Saps què em va respondre? Que s'havia enamorat, perduda i idiotament. Que cada vegada que li feia un petó tenia la certesa que en aquell moment era tot el que necessitava, que tenia davant tot el que volia. I que encara que sabia que li quedaven uns pocs mesos, l'amor seguia guanyant al dolor.


miércoles, 16 de abril de 2014

El pou darrere la porta

"-En poques paraules -va afegir la dona-: vivíem al trentè pis. Estava espatllat. L’ascensor, vull dir, no pas el meu marit. La nostra relació sí que ho estava. Ningú no es veu amb cor de baixar a peu trenta pisos i tornar-los a pujar amb l'únic propòsit d'anar a comprar tabac. Sobretot si tens els bronquis enquitranats com una carretera comarcal. Com estava dient, el meu home s'havia quedat sense tabac, però l'ascensor no anava bé. Havíem avisat el tècnic dos dies abans, però no hi havia forma humana que es presentés. Aleshores, de cop i volta, va arreglar-se tot sol, l'ascensor. Al pitjor moment, diria jo. Al moment més perillós. El meu home va poder agafar-lo per anar a comprar cigarrets, però un cop a baix, quan ja era al carrer, va tornar-se a espatllar. Com si s'hagués arreglat expressament per deixar-lo fugir de casa. De vegades penso que hauria tornat, però quan va veure que havia de pujar trenta pisos a peu, va decidir que l'esforç no pagava la pena, i per això va tocar el dos, Com si ja hagués fet prou esforços a la vida. Sí, de vegades penso que tornarà tard o d'hora. -Va mirar-se el rellotge per enèsima vegada.- Més tard que d'hora, segurament..."

martes, 15 de abril de 2014

And fear wins again



I must confess: being in love creeps me out. That’s true, love is the most beautiful feeling on earth, the way you feel when he looks at you, when he touches you or when he kisses you is simply amazing; but that’s also the most frightening feeling: one same person can decide whether take you to the moon or destroy you. And sometimes, fear beats heart.

martes, 8 de abril de 2014

Tempus Fugit


00.24 am. Cierra la puerta con llave, no quiere que la molesten. Coge papel, un bolígrafo y se sienta en la silla frente al escritorio. Queda encandilada con la foto de su familia hace uno o dos veranos, y el recuerdo de esos días casi consigue echarla atrás. Pero luego piensa en los últimos meses. Piensa en las burlas, las palabras, los golpes. Su vida no tiene importancia para nadie. Una lágrima cae encima de la hoja de papel. Una de las miles que ha llorado ya. Eso la hace firme; firme en su decisión, en su intención de abandonarlo todo.
Aunque sabe que no es el camino correcto, ya no puede más; está harta de luchar y perder todas las batallas, de sentirse en un mundo que ya no es el suyo. Aprieta el bolígrafo entre sus dedos y empieza. Escribe dos líneas, las relee, arruga el papel y lo tira al suelo. Así una, y otra, y otra vez. Hasta que termina por escribir cuatro líneas, que no resumen ni de lejos todo lo que puede que le pase por la cabeza.
“Papá, mamá, mi querida hermanita: lo siento mucho pero ya no puedo más. Lo he intentado todo, aunque parece que ninguno de vosotros se ha dado cuenta. Ahora, en la oscuridad de la noche, he decidido abandonarlo todo. Tan solo quiero que no os sintáis culpables, que no me lo hubierais podido impedir. Simplemente debéis saber que os quiero. “
Dobla el papel, lo pone dentro de un sobre y le echa su colonia favorita. Encima de la mesa deja también su medallita de oro de bautizo, juntamente con la muñeca que su hermana siempre le quitaba. Solían pelearse por ella años atrás; ahora que ella va a desaparecer la muñeca tendrá que ser su compañera de viaje.
Se levanta y se desviste lentamente; luego se pone el albornoz de seda que su abuela le regaló por su último aniversario. Cuando decide que la habitación esta como debería estar, cuando ve que su santuario está preparado, cierra la puerta tras de sí y entra en el baño.
2.00 am. Abre el grifo de la bañera y deja que el agua corra. Siempre ha adorado el agua. Cristalina, pura, simple. Todo lo contrario que su vida. Seguramente por eso le gusta tanto. De pequeña nunca quería salir del mar, la hacía sentir segura. Aunque los mayores no lo entendieran, el agua era el único lugar seguro del planeta para ella.  Y lo sigue siendo. Por eso ha decidido que si tiene que consumirse, quiere hacerlo dentro del agua.
Se quita el albornoz y se mete dentro. Coge el bisturí. Le tiembla la mano, al igual que la voluntad. Pero su vida no le importa a nadie, así que finalmente lo hace. Ahoga un grito de dolor intenso. Deja el bisturí en el suelo y cierra los ojos. Un segundo, dos segundos, tres, cuatro. La sangre corre por el agua. La vida se le escapa. Pero no le importa. Se relaja y se transporta a años atrás, cuando todo estaba bien. Con esa imagen, se duerme para siempre.
8.15 am. Su madre cree que se ha dormido, por lo que llama a su habitación. Nadie responde, así que entra. No para atención a lo que hay sobre la mesa, como no la ve en la cama va directamente al baño a darle los buenos días. Llama también pero otra vez nadie responde. Termina por abrir la puerta. Chilla y cae al suelo.  Su padre sigue el grito, y en entrar se queda atónito. Es su pequeña. Llama al 112, luego abraza a su mujer. Le buscan el pulso a su niña, pero es imposible encontrarlo.
10.00 am. En la escuela convocan una reunión de alumnos urgente, en la que hablan de la muerte de una compañera. La gente entra en shock; sus compañeros de clase se sienten más culpables que nuca, unos por atacarla y otros por no evitarlo. Chicos y chicas lloran por la pérdida de una chica a la que ni siquiera habían intentado conocer, les bastaba con verla sufrir. Pero en el fondo nunca habían querido que esto llegase a tanto. Hasta los profesores se maldicen a sí mismos por no haberse dado cuenta de que ella hacía tiempo que no estaba realmente en las clases, no por su desinterés sino por sus daños interiores. La escuela entera se da cuenta de lo que pasaba pero nunca habían querido ver.  
18.00 pm. Los padres tienen que decirle a la pequeña que su hermana mayor no va a volver, que su heroína ha partido hacia un lugar del que jamás no regresará. Se tira en la cama. Llora. Maldice el mundo con palabras de una niña de ocho años. Abraza la muñeca que ella le ha dejado y no vuelve a soltarla, por miedo a que desaparezca como su antigua ama.
Un año más tarde, la gente aun no lo ha superado del  todo.  Rabia. Pena. Culpa. Rabia. Culpa. Culpa. Sus antiguos compañeros han quedado marcados por su falta de humanidad. Los nuevos en la escuela han aprendido una lección de por vida; nadie más va a sufrir cómo ella, no van a permitirlo. Su madre no ha conseguido aun entrar en la antigua habitación, su padre se sigue culpando por no haberse dado cuenta antes de lo que pasaba. Y queda su hermanita, que  sigue llorando y aferrándose a la idea de que un día su heroína va a volver.




lunes, 31 de marzo de 2014

(sensenom)


Tinc por
i no se perquè,
o de què,
o de qui.
Però tremolo.

Potser por de perdre’t,
potser por de tenir-te.
És igual, tampoc no vindràs
ni em faràs cap petó
ni em diràs que m’estimes.

Simplement
em miraràs
i marxaràs. 




domingo, 30 de marzo de 2014

Y cómo explico yo que ni después de pasar 627 días sin ti he aprendido a vivir sola. Cómo explico que aunque he llegado a odiarte el amor siempre ha sido más fuerte. Que dolía verte triste a mi lado, pero duele más verte sonreír sin mí. Que echo de menos el tren que me llevaba directa a ti, aunque los viajes sin tu voz se me hacían interminables. Que quiero volver a dormir contigo, a acariciar tu piel desnuda y a besar cada centímetro de tu boca.

Cómo explico yo que después de tu marcha no fui capaz de quitar todas esas fotos. Que no fui capaz de arrancar las páginas de esa libreta donde me escribiste todos los poemas que hablaban de amor. Que mis sábanas siguen oliendo a ti aunque las haya lavado mil veces; o no, puede que sea simplemente yo quien nota tu olor por todos lados. Que aun tengo esa lista incompleta de cosas por hacer en mi móvil, y que no he dejado de hacer el mismo camino que hacíamos cada mañana.


A ver cómo explico yo, amor, que ni el mismo dolor me aleja de ti.        



                                

sábado, 4 de enero de 2014

10.

‘Unfortunately, the problem weren’t the fights; if it had been that, they could have solved it, or maybe they could just let it go, forgetting the days they had spent together. No, the problem was that they were extremely in love with each other. Very much, very much, very much, so much that they couldn’t be separated for a long time. They needed the warmth of their bodies in the cold mornings, and the goodnight kisses, and even the little fights after a long, long time being together. But they were miles away, and after a real, big fight, they couldn’t hug each other. They hadn’t found a midpoint, they were all or nothing. And that’s what killed them.’