Sus amigas se van yendo a casa, sus padres las esperan despiertas. Normalmente ella se va con las chicas, pero hoy es diferente. Sus padres no van a volver hasta pasado mañana, tiene toda la noche para bailar, y solo para bailar. Le apasiona. Lleva un vestido blanco que a cada vuelta que da se le levanta un poco, pero le sienta bien, así que ella se lo pone, haciendo caso omiso de los comentarios de sus amigas. No es de las que provoca bailando, es de las que baila provocando. No es que lo busque, le sale así, sin más. Ni ha bebido ni ha fumado, lleva des de las diez y cinco bailando, y empieza a estar cansada, pero tiene toda la noche, y no la piensa desaprovechar. Sigue moviéndose al ritmo de la música debajo las luces, moviendo el pelo, sin darse cuenta de que el chico de la esquina lleva media hora mirándola. La encuentra perfecta. Lleva dos horas y cinco minutos y ha rechazado a todos los tíos que se le han acercado. Es su oportunidad. Empieza a avanzar, las luces van cambiando de color y el Dj anuncia que va a poner lentos a petición de una pareja. Tal y como lo había pedido; son las doce y cuarto y empieza a sonar la canción. La chica para un poco desorientada con el cambio de ritmo, pero le da igual, mientras pueda moverse ella sigue bailando. El chico sigue acercándose hasta que se queda cara a cara con ella, que al ver sus ojos azules para de bailar. Por un segundo había pensado rechazarlo como a todos los otros, ella quiere bailar y odia que la interrumpan. Pero esta vez no ha podido. Mirándose a los ojos entran en otro mundo, con la música lenta de fondo. El chico la coge por la cintura, la chica lo coge por el cuello. Empiezan a moverse, y al cabo de diez minutos, sin saber cómo, se encuentran besándose. Y la chica, por primera vez en mucho tiempo, siente que él no se le ha acercado por su cuerpo, así que siguen bailando y besándose. Ninguno de los dos saben cómo va a terminar la noche; mientras sea juntos la verdad es que no les importa.
